jueves, 22 de marzo de 2012

El fuego del interior.

Antígona.- ¿Deseas algo ademas de matarme ahora que me tienes?
Creonte.- Nada más, con eso tengo bastante.


Busto del famoso poeta trágico.
En este breve dialogo incrustado en las paginas de la famosa tragedia griega del autor Sófocles se perciben dos sentimientos que provocan una conmoción; la impotencia es el primero que emerge de ese lago magistral que fue el arte de la tragedia griega, en donde se ve siempre un acto moral reprochable siempre que se vislumbre desde determinado punto. El X acto es, con excepciones, una desmesura, una delación injustificada, o un recelo irracional. La segunda sensación, sometida al delirio del actor en el escenario, es la indiferencia. ¿Como una acción de absoluto desdén puede suscitar algo similar a un sentimiento? Puesto que la tacita diferenciación entre un malhechor y un familiar que Creonte hace de Antigona es obvia, podemos argüir que el espectador clásico se veía inmerso en un loable desfile de actitudes objetablemente inhumanas. La indiferencia es la que mayor resonancia obtuvo en las representaciones trágicas del siglo V a.c.


La edición mas aconsejable.
Es un fuego el que exhala la hermana de Edipo (no olvidemos que...). Un fuego de huelga ante las leyes establecidas con arbitrariedad. Un manual del intachable comportamiento es la poesía de Sófocles, que de poesía no poco tiene.  El letargo moral que se impone a si mismo Creonte no difiere con el que sucedería en algunos de los mas mentados dictadores del siglo XX. El es un preludio de ellos, el augurio funesto. El fuego del que hablaba al inicio, es algo inapelable en el carácter de Antígona; su pathos no es pathos en cuanto a un padecimiento por obstrucción ajena, sino un pathos por incumplimiento propio. El impedimento esta, pero el yugo es mas hiriente cuanto menos se reacciona.


Antígona es y sera una de las mejores tragedias que se usan para argumentar la superioridad de el arte griego por sobre todas las demás culturas (representada por primera vez en 442 a.c), aunque tengo mis dudas al respecto admito la indudable influencia que han tenido muchas de las posturas filosóficas, políticas, científicas y literarias clásicas. Por mi parte, recomiendo la edición publicada por Ediciones del Valle en el año 2006. Nítida tipografía, notas aclaratorias concisas, y de yapa Edipo Rey para revivir la trilogía (es correcto, falta Edipo en Colono) de los labdácidas.

Para quienes han leído esta obra y han vivido el drama de Sófocles como un enjuto panfleto del buen ciudadano y un manifiesto del derecho a la democracia, a ellos va dedicada esta entrada.














Como conclusión:


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